Una caricia que sea prueba no sólo
de amor, sino de nuestra existencia misma
de amor, sino de nuestra existencia misma
Que vaya más allá del tiempo y del espacio; más allá de ti y
de mí y de nuestros límites humanos.
Que viva y regale vida en un amanecer rojo como fuego en las
manos, que arde sin dolor.
Y nos vuelva omnipotentes en el instante en que nuestras
lenguas se toquen.
Una caricia que sea más que las palabras -pues son solo
palabras todo lo que tengo para enamorarte- jugándonos el todo por el todo, de
un amor que sabe navegar de ida y de regreso:
Desde siempre, en tus estrellas estuvo escrito mi nombre.