Hastío de sabores ordinarios
que jamás en mi boca probarías
y tu mirada que guardas egoísta
mezcla de deseo y frío,
cautivadora y sombría... Y yo
con la duda de, si algún día
bajo una blanca estrella
nos volveremos a encontrar.
Tú que quisiste crearme
a tu antojo y tu medida
para ser sólo tu mito
que por tu voluntad
yo fui tu todo
en un momento de éxtasis,
sin diluirnos en el tiempo.
Tu, que por cada paso que das,
aunque de mi te aleje,
cada vez te acercas más
sin saber el hambre que
tienes, hasta que has probado
saciarte...
Eres el mismísimo fuego
que ignoras.
De mis brazos el destino
y yo callada cómplice
quizá para tu camino.
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