Mi cuerpo yace inmóvil en la gran cama. Sin hablar, porque no hay nada qué decir.
El sonido rítmico de suave golpeteo líquido es todo lo que me permito pensar.
Que muera la introspección.
Qué miedo mirar en el vacío.
Y un error de tipografía me hace invocar a mefistófeles. Y extender la mañana monocromática mucho más allá de sus límites naturales.
Tal vez sea una señal para dormir.
Esta realidad ya no me sirve; mejor me desconecto por un rato.
Ya no quiero usar la fórmula que me diste para no extrañarte. Harta estoy de paliativos. Este cuerpo sigue justo en donde lo dejaste; ¿dónde estás tú ahora?
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