lunes, 22 de octubre de 2012

Blanco


Extraño esa sensación de que todo está bien, aun cada vez menos posible y más distante
Y las mañanas largas, cándidas y opacas… el universo contenido en el abrazo de un instante
Y esa risa que nos hacía cosquillas al alma y perduraba en sonrisas perversas de nuestras noches blancas.

Extraño: es la palabra que lo definiría. Porque extraños somos. Porque ya no hay nada.
Porque lo raro, lo extraño, lo único de su vida tan única era la alcoba que compartimos y el eco que hallaba en cada mirada.
Y yo me sentía suya. Y a él lo sentí mío, como siente el río suyo el correr del agua.  

Pero ahora todo es parte de un hoy que murió y se ha convertido en ayer -siniestro día- mientras seguimos pasando las páginas vacías, una por una, y mi dotación de amaneceres –así como la suya- se agota, y mi amor no le toca. Extraño tocarle. En un sueño extraño.

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