Soy una tramposa; aun cuando pido ser rescatada, por dentro grito: "¡no, no quiero!" O tal vez no puedo. O para ser mas exacta, nadie puede. Y eso, suponiendo que lo merezca; pues dentro de mí yace la sospecha de que ni siquiera sirvo para ser salvada.
Cuando en realidad lo que quiero es un vestido nuevo, o algo de tomar, o simplemente aspiro a ser de nuevo tu jugete. Aunque no me entiendas y nuestra única comunión sea tu aliento en mi cabello, tus manos calientes en mi espalda. Pero yo conozco tu secreto. Sé que tus sueños son como los míos: nacen muertos. Sin alma, ni presente ni un futuro, están condenados solo a existir, y nosotros a condolernos de ellos. Por éso, desearía no haberte conocido. Y no es que me arrepienta. Es que en noches como hoy, no lo soporto.
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