sábado, 28 de abril de 2012

imperceptible


Tú eres de sol
Yo soy de luna
Confeccionada de la noche en que nos conocimos…
Para mi, tú eres todos
Para ti, yo soy ninguna
Como la ráfaga fría que te murmura al oído…

viernes, 27 de abril de 2012

Cabeza de Dragón


La violentaba con solo detallar en sus facciones de mujer delicada, risueña y sensual. Podía deshacerla con solo tocarla…
Cabeza de Dragón, Diego Vilchis.


jueves, 26 de abril de 2012

El clima


Abrasador ámbar fulgurante
en la rosa inmensidad de California
destello del filo de la espada
justo en el momento de sangrar.
No quiero una parodia del silencio
tampoco morir o matar
solo ser  cielo de equinoccio
en callada y negra medianoche
asfixiante y húmeda de mar.
Luz difusa, horizonte imposible
redonda y cálida, sensual
labios gajos de sol
manos, toque de sal
calma o tempestuosa a veces,
sueños de perlas vacías
o de insolada realidad.
Palabras carentes de sonido
y de razon, que nunca supo articular:
Todo lo escuchado, vivido y visto
Climático capricho de besar o ignorar.

martes, 24 de abril de 2012

Angulo mío



Esa mirada directa e intencionada proveniente de sus ojos de cedro en llamas y la forma en que cuadraba su cuerpo en ángulo al mío, me hicieron desde aquélla primera vez, saber que esto era más que una noche de pasión. Todo un cazador él; su instinto le hizo ir tras de mí. A mí, honestamente, no me interesaba ni me molestaba, casi ni lo notaba. Es más: me era indiferente. Pero decidí seguirle el juego y bailar junto a él. 

Al poco rato, ya me tenía acorralada alegórica y físicamente; tanto se me acercaba que me llevó hasta la orilla de la tarima, de donde, al dar ese último paso hacia atrás, casi me caigo. “¿Estás bien?” Fueron las únicas palabras que torpemente articuló, al  tiempo que extendía hacia mí el antebrazo izquierdo: largo, con firmes músculos que abrían como un trapecio hacia su codo, y la mano más grande, fuerte y cálida que hube tocado en mucho tiempo; “Estoy bien, gracias” fue mi respuesta “Y no, no necesito ayuda…” Agregué por inercia, mientras que le daba mi mano para poderme apoyar en él. Realmente no me era necesario para recobrar el equilibrio, pero sí para satisfacer mis ganas… yo deseaba tocar esa mano, así que decidí aprovechar el momento. Y lo único que pude pensar, fue lo bien que se sentiría tenerla sobre mi piel; en pocas palabras, lo acaba de conocer y ya deseaba que me manoseara. 

Y tal pareciera que me leyó el pensamiento, pues para alejarme de la posibilidad de otro connato de caída, me tomó de la cintura –yo sonreía– y me acomodó justo en  el centro de nuestro espacio privado. A mí no me gusta ser dominada, pero por alguna misteriosa y perversa razón, que él lo hiciera se sintió tan bien…

Mis caderas describían suaves círculos sobre sus muslos. Él seguía mis movimientos a ritmo de la música. Parecíamos dos engranes en sincronía perfecta; yo lo sentía tan cerca, casi dentro de mí. Pues en determinado momento, ya no eran solo sus piernas y pubis pegados a mis nalgas, sino que podía sentir a través de su pantalón y de mi vestido su erección, acompañada de esa respiración y esa mirada que me incitaron de inmediato a desear mucho más de él. Una tibia y agradable nueva sensación se apoderaba de mí, al tiempo que miraba cambiar la expresión de su rostro por una más dulce y relajada. 

Me detuve. La respiración no dejaba de oprimir mi pecho latiente de deseo. El tiempo avanzaba y era casi imposible controlar esos instintos que habitaban dormidos en mi cuerpo, quizá también de él,  y que hubimos ignorado tantas otras ocasiones antes de ésta mágica noche. Mis dedos, solamente ellos, con ligeras caricias de libélula nocturna podían crear un segundo entre tanta excitación. Coloqué dulcemente el dedo índice en sus labios, lo tomé de la nuca para inclinar hacia mí su cabeza suavemente y poder besar su frente. Y me aleje de él deseando que comprendiera mi extraño gesto: no soy cualquier mujer, no merezco este reino de bruma y moho, por esa razón me retiro bajo la aurora de las luces mercuriales, gritando en el silencio ¡tómame!

Una última mirada de sus ojos encendidos, al alejarse mis caderas –que dócilmente le deje acariciar- llevándose mis piernas el aroma de su loción y mi perfume en delicada mezcla. Mi cabello, mi aroma, y la silueta de suaves curvas que se quedarían grabadas en su memoria; así como sus manos, su antebrazo fuerte y lo que sentí de él al estar cuerpo a cuerpo, tan juntos bailando… se han quedado en la mía.  

lunes, 23 de abril de 2012

Falsa memoria

Creí recordar que la otra noche preguntaste
cuál es el perfume que uso...
te murmuré la respuesta, mas
no fuiste tú quien preguntó.

domingo, 22 de abril de 2012

I'm out

Y dime tú: ¿a qué le tienes miedo?
Déjame actuar como si me importara
tan osado tú, todo un caballero,
completas ésta farsa vulgar
con las promesas fantásticas 
que ya no creo
no porque me falten ganas,
sino por tu nula credibilidad.
Me pregunto si ella también sabe lo que yo
o si es acaso más ingenua:
¿cual de las dos, si ella o yo
sará la que tú quieras? 
O si esto es simplemente 
alguna otra de tus estrategias
para solventar tu patética inseguridad.
Y dime tú: ¿por qué estamos en esto?
O mejor no me digas nada. 
Podrás a veces ser útil en la cama,
pero nada de palabras
que ninguna te la creo ya.



sábado, 21 de abril de 2012

Bailando lambada


Un paso adelante, uno atrás… unos cuantos giros del destino, mucho contacto corpóreo, y va de nuevo otra vez… Resulta más que paradójico el hecho de que éste baile me recuerde la “relación” que tenemos –lo llamo así en el sentido literal de la palabra: “trato, comunicación de una persona con otra”-  ya que hace varios meses que no nos hemos dado el gusto de bailar juntos. No puedo jactarme de mis –pobres- habilidades como bailarina… quizá ése sea el problema: que no sé llevarle el paso, él se mueve en forma y ritmo algo distinto a lo que mis movimientos anticipan, y terminamos dándonos de pisotones o codazos emocionales, claro, cada vez sin intención de daño, pero que por algún motivo han resultado extrañamente traumáticos para su alborotada psique. 

A veces siento que hemos dado un paso adelante, me encuentro feliz y llego a creer que estamos por fin avanzando, pero luego resulta que no: sin yo notarlo, él me guía con un paso hacia atrás, un rápido giro, y volvemos a quedar en donde mismo.

Pudiera deducirse que el problema soy yo, tan acostumbrada a los galanteos que me he vuelto insensible, frívola y descarada; pero no es así.  Sin falsas pretensiones, me parece justo afirmar que  me gusta la equidad, y en las personas con quienes entablo algún tipo de relación, busco la misma característica. Aunque no es posible estar el 100% del tiempo disponible para nadie, me llenan de satisfacción los mensajes contestados, las llamadas periódicas. Qué importa que pasen horas o hasta un par de días desde que se recibió, siempre continuar la danza con un paso más, procurando seguir el ritmo; como en toda coreografía, habrá sus errores, pero eso no es lo importante.

La lambada es divertida mientras que la pareja quiera seguir bailando… pero creo que yo con él, ya me estoy cansando. Lo maduro sería reconocer que estamos en éste baile de dos, y si las cosas están así, es por culpa de los dos; en vez de dejarme llevar por sus irregulares movimientos y seguir bailando.

Quizá secretamente él prefiere bailar a ritmo de otro son, dar algunos cuantos pasos alegremente y después  soltarme un poco, porque “apretao no se baila cumbia”. Que yo lo siga, posando suavemente mi mano en la suya y moviendo ambos pies, para después dar un giro y caer de nuevo en sus brazos, y así una y otra vez… No. Resultaría demasiado conveniente para él.

O pueda ser que se asustó al entrever en mi escenografía de cuento que a mí me gusta bailar un vals, tan tranquila y coordinada, siguiéndonos los pasos mutuamente con sumo cuidado, pero muy cercanos nuestros latidos y respiración, respetando elegantemente siempre cada espacio… No. Eso suena demasiado utópico.

Y sin importar la música que sea y la coreografía que iniciemos, volvemos fatalistas a nuestra habitual danza, y terminamos bailando como ya es costumbre, lambada. Intermitentes y de mal gusto. Y yo cansada y fastidiada por el calor, cada vez le encuentro menos cuadratura a esto y me están dando ganas de dejar la pista… Pudiera mejor  decidirme a cambiar de música y botarlo a él y a todos los demás. Subir a la tarima, modelar apoyándome en las barras y después trepar muy alto y con gracia bajar despacito e inventarme nuevos pasos… Si. Eso no sería tan malo; al fin y al cabo, en el tubo se baila sola.

jueves, 19 de abril de 2012

Etérea

En palabras me diluyo
en brisa de pequeños pétalos blancos.
Lejana, extiendo mis brazos desde el horizonte
color amanecer
y abrazo mi existencia....

lunes, 16 de abril de 2012

vampir


En notas ausentes tu nombre
gime, grita con el viento
duerme las caricias que yo esperaba
y que tú no me darás.
Duerme, vive y sueña conmigo
yo contigo soñaré
aunque en la penumbra me pierda.
Sueña, vive, duerme conmigo
yo contigo estaré
aunque tenga que dejar el mundo de los vivos.

domingo, 15 de abril de 2012

Dulce Canción


Con oscuras ojeras despedimos la noche entre las cuatro paredes grises de ese pequeño universo nuestro. Como cada semana, nos reuníamos en un cuartito en el centro de la ciudad, segundo piso de una bodega, que él rentaba y había habilitado como estudio musical para poder tocar sin molestar a nadie.

Es un lugar insignificante entre el ruido y la prisa de la ciudad; un oasis de calma con sus paredes en un tono apagado y su pobre iluminación, su viejo piso de linóleo y una única ventana de apenas un metro cuadrado, que en las sofocantes noches de verano solíamos abrir. A penas cabe una cama matrimonial, justo en el centro de la pieza. Pegado a la pared izquierda se encuentra un sencillo mueble que sirve a la vez como librero y armario, para el cambio de ropa y el abrigo que guardamos ahí; y una pijama que nunca se usa. En la pared opuesta a la ventana, hay colgadas un par de guitarras acústicas, una eléctrica al pie de la cama, elegantemente erguida en su soporte. Un amplificador, aparato de sonido y bocinas, a la derecha de la cama. Sólo eso, y un baño.

La guitarra y yo, somos sus vicios. Y junto con él, no hay trío más alegre. Antes de su llegada, yo veía mi vida en escala de grises. Todas las mañanas me miraba pasar caminando frente a su consultorio, cuando era la hora de abrir. Yo iba de prisa, al trabajo; contestaba su saludo sin detenerme. Hasta que un buen día me estaba esperando, sin hacer el menor movimiento de abrir los candados y me dijo:
“No sé a dónde vas, pero si tú no te detienes, yo camino contigo, para poder conocerte. ¿Qué te parece?”
Mi cara hizo un gesto de sorpresa y  contesté “pues… bueno” sin detener mi marcha.

Esa misma noche me llamó “solo para desearme buenas noches”. Hacía mucho que nadie me deseaba buenas noches; un detalle insignificante, pero sin duda muy bello… y me dormí pensando en él.
Así fue que comenzó un intercambio casual de mensajes simples pero sinceros; sin prisa, sin palabras dulces… Nos contestábamos a veces de inmediato, a veces horas después, pero siempre venía una palabra o frase de vuelta para aligerar el ocasional mal humor.

Cuando finalmente decidimos salir por una cerveza, fue lo más natural darnos besos en la mejilla y un prolongado abrazo. No hubo necesidad de silencios incómodos, o siquiera de iniciar la plática, sólo retomamos el tema de los últimos mensajes. Concluidas la charla de actualización y la primera ronda, nos quedamos mirando a los ojos, como unidas las miradas con un hilo invisible, y las manos sujetas a una misteriosa atracción… las yemas de los dedos acercándose, cada vez más cerca, hasta tocarse. Espontáneas sonrisas surgieron en nuestros labios. Y me tomó de la mano, diciendo: “¿Te gustaría que fuéramos a otro lugar para estar solos?” No dije nada, tan solo tomé su mano y lo seguí, esta vez era mi turno de hacerlo, así como aquella vez él lo hizo por mí. Y llegamos a ese pedacito de cielo al que llamamos “el cuartito”.

Me soltó la mano justo al llegar al zaguán, ni un minuto antes. Yo lo miraba con una mezcla de excitación, ternura y todo el deseo que calladamente se esconde tras de una sonrisa.

Sacó apresurado sus llaves; no encontraba la correcta, se ponía nervioso, y solamente dijo “disculpa, ya casi abro”. Pero después de varios minutos en los que la chapa no cedía y su ansiedad crecía, no pude más que reírme y comenzar a acariciarle,  mientras que recargaba suavemente mi pecho junto al suyo y lo besé. Después de un instante sorprendido, respondió a mi beso con suaves caricias de sus labios, tocando a penas mi cabello con sus dedos, absorbiendo delicadamente mi boca y mi saliva, tan cuidadoso pero cálido y apasionado.

Terminó el beso y encontró la llave. Pudimos al fin entrar al pasillo y escalera que conducen al pequeño departamento. Y me abrazó con dos brazos delgados y calientitos que ceñían mis curvas, reconfortantes, y su aroma único, haciéndome sentir muy feliz y segura; y así abrazados dimos algunos pasitos hasta llegar a la cama, que parecía ya estarnos esperando.

Éramos tibieza irresistible. Uno entre millones, algo que no podíamos dejar ir; con solo una mano él comenzó a desabotonar mi blusa y su pantalón. Otra vez envuelta en mi risita de ternura, me dispuse a ayudarle a quitar esas estúpidas prendas que se interponían entre el abrazo de su piel y mi piel, ese dulce sabor de su boca y su intoxicante aroma. Nos seguíamos besando, él bajaba despacito con besos juguetones desde mi mejilla, boca, barbilla, cuello, hasta mis hombros desnudos. Yo sentí su toque suave y cariñoso, y su voz preguntando muy bajito: “¿Te gusta así?”. Le  respondía con suspiros y miradas, las yemas de mis dedos otra vez lo buscaban, absorbiendo la textura firme y tersa de su cuerpo, los músculos de su espalda, sus costillas adheridas a las mías en perfectos movimientos que suavemente  nos mecían, eliminaban espacios, compartiendo latidos…

Al final quedamos exhaustos enredados entre la sábana, separados solamente por la fina capa de sudor de nuestros cuerpos, respirando ávidamente el aire que ahora tenía un nuevo fresco perfume; sonrisas de complicidad en nuestros rostros.

Hoy hace exactamente una semana desde nuestro último encuentro. Así que, termino de ponerme éste pendiente, y me voy. Me voy al cuartito, a ése pedacito de cielo oculto entre la jungla urbana, que siempre espera por nuestros suspiros y la voz de la guitarra, una dulce canción.


viernes, 13 de abril de 2012

so that´s why I´m a bitch

Y pensar que estaba dispuesta a entregarte la eternidad de mi alma,
cuando lo único que querías era algunas horas de mi cuerpo...

martes, 10 de abril de 2012

Anestesiada

En días como hoy me repliego en abrazos de sombra
lejos de todo y de todos, incluso de ti.
Existo,
pero solo a intervalos de realidad dudosamente adormecida...

lunes, 9 de abril de 2012

el silencio

Vamos a hablar: sin prisa y sin miedo a lágrimas. 
Más perturbador es el silencio.

Creí que me comprendías

Entonces me di cuenta: yo estaba equivocada
no me pudiste descubrir de una sola mirada
en ese tiempo que supuse, quisiste darme
cuando parecía (mas no era cierto) que me hallabas
también lejos de la cama, más allá de lo evidente.
Te sentiste tan real por un momento,
tal vez fue mi mal hábito de conformarme con menos
o mi miopía sentimental, que no me deja progresar...

domingo, 8 de abril de 2012

Cuando quizá sea...



Trato de encontrarme en relatos y poemas, pero siempre sin éxito; ni siquiera cuando éstos vinieron acompañados de un par de brazos tibios, sonrisas y promesas.  Simplemente incapaz de juzgar si he sufrido mucho, o lo suficiente: sólo sé que he sentido, y de manera intensa, el dolor. Así como también la alegría, esa sensación de ser invulnerable,  incorpóreo, de ser sonrisa y latido y que todo lo demás se ha esfumado.  De no estar, sino ser…  junto a la tibia piel que guarda un aroma familiar y memorias de confort. De aquélla que él quiso  que yo fuera, ésa que le creyó quien dijo ser.
Solía pensar en personas.  Pero ello, en general, me ha traído decepción y vacío. Por eso  hoy pienso en acciones y en momentos. Acaricio la posibilidad, pero no sueño. Simplemente toco su cabello y le guío. Espero a que se acerque, mientras doy pasitos circunspectos hacia atrás y le sonrío, tomando de la noche lo que pueda; tal como el ladrón de besos que es el destino. Y por antonomasia, sabemos que el futuro… ya vendrá después.

sábado, 7 de abril de 2012

Obsesiones y Complejos


Aquellos con quienes hubo reciprocidad y se perfilaban como mis grandes amores de la vida
Que hicieron por mí y me orillaron a hacer hasta lo imposible -incluso en más de una ocasión…  Ésos dos o tres en los que llegué a creer… resultaron al final más atraídos a sus neurosis que a mí. Esa ha sido la falla.
Sinsentido competir contra sus grandes egos. Aunque fuese yo perfectamente capaz de lidiar con cada una de sus inseguridades y complejos; aunque las muchas sonrisas que les ofrecen despertarían en cualquier otra los celos; y que mis ojos contemplaban sus manías más divertidos que impacientes.
Si tan sólo hubiesen puesto algo de atención a mis pequeñas obsesiones. O me hubieran dado un poco más de lo que quiero,  en vez de su retórica entretejida de verdades y pretextos. Me pregunto por qué los que me siguieron están más allá de eso. Y con actitudes estúpidas buscaron probar qué tan lejos estaba mi sensibilidad de ser capricho.
Y practicaban la anarquía dejándome a mí todo el poder, sólo para después quejarse y rebelarse imprimiendo velocidad y destino a cada desencuentro. Buscando con violencia derrotar sus miedos.
¿Será acaso, que por mala suerte, es el mismo molde de hombre que me sigue siempre?
¿O seré yo la loca, por no saber amar?



No soy esa mujer que te estará llamando a cada rato para saber en dónde estás. Rara vez me verás llorar; mi orgullo no me permite armar teatritos. Sé dar un beso sin esperar nada a cambio, más que honestidad. Sé esperar en la distancia y abrazar la presencia. No necesito, solamente quiero. No te juzgo ni me juzgues.

domingo, 1 de abril de 2012

Beso y Sol


Tomé un pedacito de sol
Lo guardé en mi mano para ti
En lo azul, de algodón tu sonrisa,
Cada vez mis dedos tibias.
Regálame ese beso que nunca te robé
En el silencio de la noche,
Lo lírico que brille
Fruta y música… yo bailaré
Tú comerás, escucharás y bailarás conmigo.
Te dedico una puesta de sol;
Tú dedícame un suspiro.
Seré clima y geografía de los lugares
Donde has ido.
Mordí un pedacito de cielo
Lo guardé en mi boca  para ti,
Cada vez mis labios tibias.