...Y entonces ella llegó a la cocina. Antes de entrar, como si se tratara del más sagrado templo, se despojó de sus zapatos; y a ellos le siguió la blusa y el pantalón. -Prefiero cocinar así- explicaba, al tiempo que tomaba una sartén del gabinete. -Vamos a ver qué tienes de bueno...- Decía, abriendo el refrigerador. Sacó una cartera de carne roja, un par de papas, una cebolla, procediendo a pedir un cuchillo para rebanar los ingredientes.
Con un simple ademán (para no hacerla perder la concentración) él le indicó al cajón. Miraba atento su sinuosa silueta femenina, la pícara sonrisa en su boca, y pensaba para sí: en vez de llegarle a la cama, se pone a darle primero a la cocina... y aun así, se desnuda ¡bella y loca!.
:)
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